Vivimos en una sociedad cada vez más narcisista. El culto al ego y a la imagen son pilares de un sistema basado en el consumo. Tanto las redes sociales como los anuncios de la tele nos bombardean continuamente con mensajes que basan la felicidad en el éxito y, sobre todo, en creernos mejores que los demás.
En este contexto, el narcisismo, cuyas características pueden existir de manera natural en muchos niños durante los primeros años de vida, en lugar de ir desapareciendo a medida que las personas maduran y se relacionan sanamente con sus iguales, se vuelve un rasgo cada vez más predominante. Así, nos encontramos con niños de nueve años que no toleran fallar, que mienten y abusan; adolescentes que nunca se llegan a conocer a sí mismos y solo valoran los aspectos superficiales de las personas; estudiantes obsesionados con destacar sin importar los medios para conseguirlo y adultos infelices que no dudan en manipular, explotar y maltratar a los demás en su propio beneficio. Ante este panorama, ¿qué podemos hacer?
Julio Rodríguez, psicólogo afincado en Galicia, ha investigado sobre este tema. Compartimos aquí un extracto de su libro, Prevenir el narcisismo, con un decálogo de cómo educar para prevenir el narcisismo:
1. Mostrad cariño y afecto de manera incondicional.
2. No sobrevaloréis las capacidades de vuestros hijos ni los veáis como si fuesen superiores a los demás, o el delirio de grandeza germinará en ellos.
3. El elogio es correcto y necesario, pero debe ser coherente y proporcionado, mostrar cómo nos hace sentir, ser específico respecto a la acción e inmediato a esta y describir lo que se ha logrado.
4. Enseñadles a mostrar empatía, compasión y respeto por los demás, así como cooperar con ellos.
5. Todos somos iguales, no existen privilegios. Todos merecemos el mismo respeto y todos tenemos los mismos derechos.
6. Deben aprender a tolerar la frustración, a no rendirse a pesar de las dificultades.
7. Haced que entiendan que equivocarse es una oportunidad para aprender.
8. Animadlos a hacer cosas en las que «no son los mejores».
9. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. La perfección no existe, y obsesionarse con ella impide disfrutar del proceso.
10. No les permitáis hacer trampas, ni siquiera jugando a la oca: hacer trampas es aprovecharse de los demás, y eso no está bien y es injusto. No siempre hay que ganar, y, desde luego, no a toda costa. A veces perder es mejor porque permite aprender.
11. Ayudadlos a comprender que todos tenemos virtudes y defectos.
12. Vuestros hijos tienen que aprender a aceptarse completamente, con sus aptitudes y sus limitaciones; si no, tendrán una imagen distorsionada de sí mismos.
13. Fomentad su independencia en la resolución de problemas. No les saquéis siempre las castañas del fuego.
14. Enseñadles que sus actos y comportamientos tienen consecuencias. Que se debe aceptar la responsabilidad y no buscar excusas. Si rompen algo en una rabieta, tienen que recogerlo y arreglarlo.
15. Racionar la atención que les prestéis. No siempre pueden ser el centro de atención ni salirse con la suya.
16. No toleréis que vuestros hijos se comporten de un modo abusivo, despreciativo, humillante, manipulativo o explotador con otros.
17. No se puede mentir. Hacedles ver que es mejor decir la verdad, aunque sea mala, que mentir.
18. Animadlos e incentivadlos para que identifiquen, nombren y compartan sus sentimientos y emociones.
19. Inculcadles que hacer algo bien o tener un talento especial no implica ser superior a los demás ni tampoco merecer un trato diferente.
20. En cuanto veáis una conducta narcisista en alguien de vuestro entorno, en el cine o en la televisión, no dudéis en señalárselo como ejemplo de mal comportamiento.