Hace mucho tiempo el viaje no era parte esencial de las vacaciones. En cambio, ahora, cuando nos preguntamos “¿Qué hacéis estas vacaciones?”, esperamos por respuesta un destino. Y en la mayoría de los hogares, las posibilidades para el ¿descanso? estival se reducen a dos opciones: mar o montaña.
Recuerdo que hace mucho tiempo, el irse de vacaciones no se daba por supuesto. La palabra “vacaciones” no se asociaba automáticamente a “viaje”; vacaciones significaba salir a jugar sin horarios, incluso hasta muy tarde por la noche; significaba siestas interminables en las que no se podía hacer ruido, reuniones multitudinarias de primos, vecinos y amigos, cenas improvisadas al aire libre…
En el anecdotario infantil de las vacaciones figuraba siempre una travesura inconfesada a los mayores, y sin duda los amores que surgían en verano, así como las peleas, era los más ardientes y dramáticos de todos. Vacaciones quería decir también “la casa del pueblo” de los abuelos o los tíos, ¡sin padres! Y durante esos días calurosos y lentos, también había lugar para el aburrimiento, para el desear interna y calladamente que comenzaran las clases. Era el tiempo de menos cosas y más deseos, de menos tele y más árboles, de menos manualidades dentro y más cabañas fuera, de menos horarios y más actividades, de menos restaurantes y más pícnics.
Y a veces, a veces, cuando las cosas iban bien, se decidía hacer un viaje. Pero el viaje no era parte esencial de las vacaciones. En cambio, ahora, cuando nos preguntamos “¿Qué hacéis estas vacaciones?”, esperamos por respuesta un destino. Y en la mayoría de los hogares, las posibilidades para el ¿descanso? estival se reducen a dos opciones: mar o montaña. Ahora que se puede elegir, que no dependemos del lugar de donde vivan los tíos o abuelos, tenemos el terrible dilema de decidir si vamos a la playa o al bosque, si pasamos calor o dormimos fresquitos. Parece que las mujeres son más de playa y los hombres de montaña… ¿o esto es un tópico?
¿Cómo lo lleváis en casa? Para zanjar discusiones, os recomendamos algunos libros para que tanto el mar como la montaña estén presentes en estas vacaciones. Y así, ¡todos contentos!
Libros sobre el mar: El mar misterioso y ¿Pequeño o grande?
Libros sobre el bosque: El bosque misterioso y Máscaras en el bosque
Pues ya veis: con un libro a mano, se puede viajar a cualquier parte, hasta podemos ir al mar y a la montaña en un mismo verano. ¡Y se acabaron los problemas vacacionales modernos!